Hace 20 años tenía 11 años de
edad.
Recuerdo perfectamente que estaba
haciendo cuando se dio la interrupción
de todos los programas de televisión para dar la triste y lamentable noticia
del atentado contra el candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio.
Iba en sexto de primaria y me
encontraba en casa de mi amigo Guillermo, jugando con él, cuando la noticia cimbró
en mí un extraño sentimiento, quizá la primera vez que lo percibía así.
Para mi entonces, la política y
sus actividades eran ajenas a mi modus vivendi, no solía leer noticias ni
enterarme de los problemas que acogían a nuestro país, por ello, mi sorpresa
fue mayor, era como abrir los ojos y de golpe darme cuenta de la realidad, fue
como el inicio sino de la madurez, si de la bienvenida al México bárbaro en el
que estamos tan acostumbrados a vivir.
Y de ahí en adelante, en mi todo
cambio.
Nunca lo había analizado como hoy
lo hago, pero desde entonces, empecé a dar seguimiento, a mi corta edad, al magnicidio,
empecé por ello poco a poco a ver noticias, a leer, y a sumergirme cada vez más
en las lodosas aguas de la política.
Hoy, 20 años después, me doy
cuenta de la vergonzosa forma de utilizar el nombre de Luis Donaldo Colosio.
Cada aniversario luctuoso que
pasa, toda la clase política priista se vuelca a escribir las mejores frases
que alguna vez mencionó Luis Donaldo, ni se digan los largos discursos sobre su
legado, sobre la enseñanzas que dejó, pero es lamentable que la mayoría de
veces queda ahí, en discursos, frases y palabras y las acciones siguen y continúan
la mayoría de las veces igual.
“Provengo de la cultura del
esfuerzo y no del privilegio” exclamaba Luis Donaldo, y hoy es la frase más
trillada entre los priistas, la más repetida, la que mayor furor causa pero
creo que pocos saben realmente lo que ascender vía el esfuerzo significa.
20 años después del asesinato de
Colosio, sigo percibiendo injusticias, México con hambre y una clase política
que sigue favoreciendo al compadre, al amigo los favores e intereses y peor aún, los amoríos
en cargos de alta importancia, y a los verdaderos soldados, a los que realmente
pertenecen a la cultura del esfuerzo, ahí, hasta atrás, relegados, suena crudo
pero es la realidad.
Entonces me pregunto, ¿dónde está
el legado de Colosio? ¿Qué es? ¿Alguien realmente lo lleva a cabo? Porque si es
así, quisiera conocerlo.
20 años después, el PRI ha avanzado
si, y poco a poco ha mejorado algunas cosas, pero sigue teniendo esa deuda con
la sociedad que proviene desde su formación, desde los tiempos de la
revolución, y con el priismo sigue vigente la promesa de impulsar a los cuadros
y a los verdaderos líderes, y no solo a los caprichos de quien tiene el poder.
20 años después, seguimos magnificando,
alabando, idealizando y utilizando un nombre, y bajo ese nombre nos cubrimos y
salimos a decir las mejores frases políticas y a tomar la mejor fotografía del
momento, sin llevar a cabo el verdadero mensaje de los discursos de Luis
Donaldo Colosio.
20 años después, la simulación
sigue venciendo al verdadero cambio.
Así está a 20 años de
su muerte, el legado de Luis Donaldo Colosio.
Miguel H. Rivas
Presidente Fundador de @ObservatorioPRI
@MigueRivas
miguerivas@hotmail.com